La reciprocidad es un principio psicológico poderoso que implica el intercambio de favores o gestos entre dos partes. En el contexto de las ventas, podemos utilizar la reciprocidad ofreciendo algo de valor de forma gratuita antes de solicitar una venta.
Esto puede crear un sentimiento de obligación en el cliente, que puede aumentar su disposición a comprometerse con nuestra oferta. Al utilizar la reciprocidad de manera ética y auténtica, podemos construir relaciones sólidas y duraderas con nuestros clientes pero siempre debe tratarse de un «gana-gana».
Por tanto, si antes de hacer una oferta o de cerrar una venta estamos ofreciendo de antemano un valor tangible, ya estamos aumentando el valor percibido que tendrá nuestra oferta, y la estaremos ofreciendo en condiciones de igualdad y equidad, bajo la premisa latina del «quid pro quo». Tu me das, yo te doy.
Sin duda el cliente se verá compelido a responder a lo recibido con la debida reciprocidad, haciendo que sea más receptivo a aceptar nuestra oferta, y por tanto, es una buena estrategia para aumentar nuestras tasas de conversión o de cierre.