La exclusividad es un poderoso impulsor psicológico en el proceso de compra que puede aumentar la percepción de valor de nuestro producto o servicio. Esto ya es sabido. Pero lo complicado a veces es destacar la exclusividad de nuestra oferta.
Si bien puede ocurrir que nuestro producto o servicio no sea en realidad tan exclusivo en sí mismo y haya mucha competencia ofreciendo lo mismo, debemos saber ofrecer un valor añadido propio que haga que nuestra oferta sea en realidad exclusiva, ya que la de la competencia no llevará nuestro propio «plus».
Dado que en realidad todos somos únicos, debemos ser conscientes de lo que nos hace únicos si queremos destacar la exclusividad de lo que ofrecemos. En este sentido hay muchos factores o áreas en los que podemos incidir para resaltar características únicas, ventajas competitivas o beneficios exclusivos que no están disponibles en otros productos similares o que no ofrece la competencia.
Podemos jugar también con el trato personalizado y la empatía, porque realmente forman parte de ese conjunto de cosas que nos hacen a todos únicos. Por supuesto, si el producto o servicio que ofrecemos es realmente exclusivo y no tiene competencia, debemos hacerlo notar con natural orgullo.
La exclusividad finalmente se percibe como un conjunto de muchos factores. Algunos serán propios de lo que ofrecemos, otros serán los que nos diferencian de la competencia, otros pueden ser factores percibidos como la sensación de escasez, la limitación de la oferta, la profusión de la demanda que estamos recibiendo, la urgencia en aprovechar el perentorio plazo de una oferta, regalos exclusivos, y en definitiva, todo aquello en lo que nos podamos apoyar y que aporte un valor añadido que deba ser tenido en cuenta por el cliente.