No es posible tener una buena salud financiera si no somos capaces de analizar y ajustar nuestros hábitos de gasto.
Un buen análisis parte de aprender a identificar tus patrones de consumo, por lo que debes observar u categorizar tus gastos diarios y mensuales, clasificando esos gastos en periódicos, variables o imprevistos. Incluso puedes aumentar esas clasificaciones y dividir entre necesidades y lujos.
Sea como sea, anota todas tus transacciones y estudialas con detenimiento. Encontrarás al revisarlas ciertos patrones y podrás detectar áreas donde puedes reducir gastos innecesarios. Por ejemplo, si gastas mucho en comidas fuera de casa, podrías planificar cocinar más en casa. Este proceso de evaluación te ayudará a tomar mejores decisiones financieras y a hacerte más consciente de tus gastos y hábitos de gasto.
El objetivo final es poder realizar los ajustes necesarios en esos hábitos de gasto, de forma que puedas ahorrar más y destinar esos ahorros a inversiones o a un fondo de emergencia. Sólo así, estarás en disposición de poder alcanzar tus metas financieras a largo plazo, sobre todo, si eres capaz de cerrar agujeros por los que se te escapa el dinero sin darte cuenta, y que realmente, no te aportan prácticamente nada.