Lo bueno de definir metas financieras a corto plazo y no sólo a largo plazo, es que la consecución de esas metas te va a ayudar a mantenerte motivado y enfocado, al tratarse de logros más cercanos que puedes ir viendo y disfrutando. Estas metas pueden incluir ahorrar una cierta cantidad, pagar una deuda específica o reducir gastos en un área particular, o cualquier otra que se te ocurra, según tus objetivos finales o necesidades actuales.
En cuanto a las metas a corto plazo, hay que ser concreto y formular metas claras y alcanzables. Por ejemplo, ahorrar $500 en tres meses o reducir tus gastos en entretenimiento en un 20%. Asegúrate de que tus metas sean específicas, medibles en un plazo definido. Ésto último es muy importante… debes poder medir ese logro, para que puedas considerar esa meta como cumplida en tiempo y forma, ya que si no lo logras, indica que debes realizar ajustes, y cuanto antes los realices, mejor.
En general, y aunque tengas objetivos a largo plazo, trabajar también en metas más pequeñas a corto plazo te dará una sensación de logro y te preparará para abordar esos objetivos financieros más grandes. Celebrar cada logro te motivará a seguir avanzando con optimismo hacia una mejor salud financiera.