El consumo consciente es un concepto mucho más abstracto en la mente, de lo que puede ser sencillamente ser consciente de lo que estás consumiendo. Mientras que como concepto se queda en el aire, en su aplicación práctica implica tomar decisiones de compra informadas y responsables, es decir, comprar con conocimiento de lo que estás adquiriendo.
Al ser bien consciente de tus compras, o como se podría decir, al practicar un consumo consciente, vas a reducir sin duda las compras impulsivas, y te vas a enfocar en adquirir solo lo necesario.
Para adoptar este hábito, analiza cada compra potencial. Si tienes que pensarlo dos o tres veces, no hay problema. Piénsalo y pregúntate si realmente necesitas el producto, si puedes permitírtelo y si existe una alternativa más económica o sostenible.
Naturalmente puedes reflexionar sobre el impacto de tus compras en el medio ambiente, pero sobre todo tiene que primar el factor de tu bienestar financiero, muy especialmente si te tienes que endeudar para realizar dicha compra.
Este enfoque te permitirá controlar mejor tus finanzas, tus propios impulsos y hábitos de consumo, y en general de ayuda a vivir de manera más equilibrada. Y como ves, es un enfoque sencillo… no compres sin pensar, sé consciente de lo que implican las compras que realizas. Algo tan simple, evita manipulaciones externas o condescendencias internas que te puedan suponer luego problemas financieros o restricciones posteriores, o que te puedan mermar el presupuesto o estropear los planes de ingresos y gastos realizados con esmero y anticipación.